GÉNESIS

Cómo empezó todo…

Isabelle de Boves, presidenta y fundadora – Capitana Air France

  

En 2011, mientras visitaba a una tía, misionera religiosa que trabajaba en este barrio desfavorecido de las afueras de Oaxaca, conocí a un pequeño grupo de niños de entre 8 y 16 años que se reunían tres horas al día después de la escuela para estudiar música con un músico del barrio. Su proyecto era sencillo: crear una banda de música, como muchas que existen en México.

Debido a la falta de instrumentos, durante meses su aprendizaje se limitó al estudio de solfeo… a los niños les brillaban los ojos como estrellas cada vez que contaban qué instrumento tocarían en el futuro.

Yo sabía que aquí en Europa había muchos instrumentos en desuso mientras que allá esos jóvenes sin recursos soñaban con estudiar música…y tocar instrumentos ¡el vínculo era evidente!

Fue entonces que empecé a recaudar instrumentos de segunda mano para ellos, atriles, boquillas, cañas y partituras. Para el transporte de todo este material conté con la ayuda de mis compañeros de vuelo de Air France.
Así, en febrero de 2012, logré la primera entrega de instrumentos de viento, luego el proyecto se enriqueció con guitarras y mandolinas y, con el paso de los años, llegó el turno de violines y los violonchelos.

En 2014 se construyeron las primeras instalaciones de la escuela de música con la ayuda de la Fundación Air France. Formamos a un luthier en Francia y el taller de reparación abrió sus puertas garantizando el mantenimiento de los instrumentos dentro de la escuela. ¡El taller Santa Cecilia rápidamente se convirtió en uno de los mejores de la región!
Ademas de los profesores permanentes, contamos con la ayuda de profesores y luthiers que viajan desde Europa para echar una mano al proyecto. Algunos estudiantes reciben becas de nuestra asociación para estudiar música en un conservatorio superior o en una universidad.

Cuando en 2011 surgió la idea de ayudar a estos jóvenes a realizar su sueño, nunca imaginé que íbamos a recorrer tanto camino juntos. Actualmente son casi doscientos estudiantes presentes seis días a la semana en la escuela de música. Se dan cuenta de que otro futuro es posible, de que a través del trabajo, la escucha y la disciplina pueden construir cosas grandes y hermosas.
Encontraron en la música dignidad para ellos mismos, para sus familias y para toda su comunidad.”